MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DEL MISMO SEXO

miércoles, 28 de octubre de 2015

Adopción entre personas del mismo sexo (JESSICA IVETH PRIEGO CERINO)






























La adopción en parejas del mismo sexo

Los derechos del niño al nacer y vivir en una familia constituida por un hombre y una mujer, están sumamente amenazados. Así, la adopción y la posibilidad de utilizar medios de abstinencia medica en la procreación (AMP) por personas del mismo sexo,  al igual que en el matrimonio, han llegado a ser reivindicaciones políticas. Estas plantean serias interrogantes que ha menudo se han eludido en nombre de la igualdad de derechos de todos los ciudadanos ante la  ley.














El sentido de la pareja y la familia inaplicable a la homosexualidad
No podemos limitarnos al sentido del  lenguaje cuando se aplican a una asociación monosexuada, es decir, homosexual, las mismas características  que a una unión constituida entre un hombre y una mujer.
Hay una diferencia cualitativa y de naturaleza en la cual están en juego al mismo tiempo componentes psicológicos no comparables y un sentido ético con una medida que no les es común. Así, la noción de pareja y la de familia nada tiene que ver con estas dos realidades.
Dos personas del mismo sexo (que califico como dúo) se encuentran en una monosexualidad en la cual están ausentes la alteridad sexual y la pareja generadora. No constituyen ni una pareja, ya que no hay alteridad ni complementariedad, ni una familia, puesto que el niño no proviene de dos personas del mismo sexo.
No se concibe a otro con un igual, en otras palabras, la expresión del amor implica la deferencia sexual para ser fértil y fecunda en muchos aspectos, y el niño necesita proceder de un hombre  una mujer para inscribirse en la sucesión de las generaciones y la historia, y estar en su coherencia psicológica. Necesita encontrar materiales psíquicos de ambos. Dos hombre o dos mujeres junto a un niño lo privan de los datos estructurales de lo real, lo cual tendrá un costo psíquico y social.
En otras palabras, al crear leyes contrarias al bien común, al sentido ético de la pareja y la familia y a las necesidades psíquicas, el legislador produce enfermedad en el vinculo social y la sociedad. Crea un sentimiento que niega realidades humanas estructurantes y es fuente de inseguridad y de socialización. Por este motivo, “la homoparentalidad”. Por mucho que esta noción tenga sentido, es una mentira social, ya que  el niño no se concibe ni se educa a partir de un solo sexo.  Esto es privarlo de una dimensión  esencial de lo real que no podrá compensar la presencia en su medio social de personas del otro sexo. El niño no solo se desarrolla positiva mente en la doble identificación con su padre y su madre, quienes es preciso recordar son un hombre y una mujer. En ningún caso, la no diferencia sexual y la homosexualidad pueden inspirar leyes en materia conyugal y familiar son que a largo plazo veamos desarrollarse confusiones de identidad y personalidades de carácter psicótico, es decir, que carecen de sentido de la realidad y se mantienen en posturas imaginarias. Una sociedad sin sentido de la diferencia sexual pierde el sentido de la alteridad, la verdad y la realidad de las cosas. Se manifiesta en particularidades singulares que no representan interés alguno para los fines de la sociedad y en nada participan en el desarrollo de la personalidad. La visión monosexual de si mismo y su existencia inscrita en la ley es un verdadero disolvente social, ya que no da testimonio de la alteridad sexual, que por si misma fundamenta el matrimonio y la generación.










Una sociedad que transgrede los interdictos principales y utiliza el precepto paradojal
Una inquietante constatación se impone al observar que el poder político restringe cada vez mas su acción, cuando no quiere legislar en el sentido del interes general que esta en juego, sino en el de las costumbres, y esto en contradicción con la libertad de los ciudadanos, con las estructuras fundadoras de la pareja, el matrimonio y la familia y con los derechos y los intereses de los niños. De este modo el legislador desestabiliza el marco propio de la sociedad instituyendo en las leyes transgresiones mayores. En numerosos estados, se aprueban leyes de excepción que procuran esquivar el edificio legislativo en relación con la familia para así permitir a personas homosexuales adoptar niños.


                          



La homosexualidad no es un principio para educar a los niños
Los medios de difusión y los militantes de las asociaciones homosexuales se otorgan incluso a la facultad de trivializar la homosexualidad en numerosas series de televisión y en debates que evaden la problemática psíquica que esta en juego, y de incluso propagarla en las escuelas. Una cosa es hacer un llamado a respetar a las personas y otra es permitir el matrimonio y la filiación a personas del mismo sexo e incluso imponer la homosexualidad entre los niños y los adolescentes en el ámbito escolar.
Los jóvenes se encuentran a menudo en periodos de maduración afectiva y en el proceso de su identificación homosexuada (que no es todavía homosexualidad) para adquirir confianza en su identidad. En vez de ayudarlos a encaminarse hacia la heterosexualidad, se les presenta la homosexualidad como una alternativa, cosa que no es así, lo cual les provoca una regresión, erotizando sus identificaciones iniciales. La mayoría de los jóvenes sale de esas sesiones ocultando sus sentimientos de rebeldía al ser manipulados de ese modo, ya que saben muy bien que los quieren llevar a un terreno que no representa una verdadera realización afectiva. A los medios y a los militantes de esta causa se les percibe como personas que desean justificar a cualquier precio una situación cuya base es problemática. Para los niños y los adolescentes, una pareja y una familia son un hombre y una mujer, el resto e un engaño social y un asunto de conveniencia ajeno al matrimonio y el parentesco. Bajo pretexto de lucha contra “la homofobia”, la escuela se convierte así en objeto de influjos ideológicos, lo cual es una excusa para imponer una peculiaridad y despojar a los padres de su educación.

La homosexualidad no puede convertirse en un principio educativo, ya que esta al margen de la norma de lo que constituye una pareja y una familia. Los niños y los adolescentes ya tiene dificultades para representarse lo que puede ser la vida sexual entre un hombre y una mujer, y la situación se complica aun mas cuando se trata de dos personas del mismo sexo. Por lo demás , los niños perciben claramente que hay una incoherencia entre el hecho de ser padres y la manera de ejercer su sexualidad. En otras palabras, la adopción de los niños exige un criterio de sexualidad para que su vida sea confiada a adultos que están en la mis a situación que para concebir un hijo entre un hombre y una mujer. Por este motivo la escuela debe sobre todo consideras la prominencia del sentido de la pareja y la familia constituida por un hombre y una mujer.













































































































































































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